En esta extensión de asfalto, ladrillo y hormigón que llamamos ciudad, donde parece que todo y todos estamos más muertos que vivos, donde parece imposible que crezca nada, cuando es difícil hasta respirar, incluso aquí ocurren a veces pequeños milagros. Todavía queda algo de esperanza en la ciudad.
Después de un año esperando, podando, perdiendo la esperanza, viendo como los tallos de repente empezaban a crecer y a verdear, pero que pasaban los meses y ni un pequeño capullo adornaba los tallos, de repente, las primeras margaritas empezaron a florecer.
Y finalmente poco después se abrieron todas a la vez, dando un estallido de color a mi triste ventana de ciudad.
Pero como todas las cosas en la naturaleza, hasta estas preciosidades tienen un ciclo, y ya han empezado a ponerse algo mustias, en parte porque ya empieza el frío a apretar, en parte porque tienen un visitante del reino animal. Un especie de pulgón-hongo que las está cubriendo casi todas.
Así que hoy me he dedicado a podarlas un poquito, para hacer un ramillete que regalarle a mi madre, para que por lo menos se aprovechen la frescura y belleza de las flores antes de que se sequen del todo. Por supuesto, este invierno voy a cuidarlas también. ¡A ver si el año que viene se me llena también la ventana de color!
La ciudad te agradece que llenes de color, frescura y naturaleza tu ventana.
A mí me encanta mi jardinera. Me da muchas alegrías, no hay gran cosa sembrado, básicamente perejil y tomatitos cherry, pero me encanta que las peques vayan tan ilusionadas y me digan: “¡Mami, ya están rojos!” Y se los coman recién cogidos 🙂
¿Crees que se pueden plantar cherries en una orza? Tengo una orza vacía y no sé si plantar un girasol o flores, o algo comestible….no sé como van de raices.
Pues no lo sé. Lo que te puedo decir es que son resistentes y la planta crece mucho, pero no he visto las raíces…
¡Qué preciosidad, nena!
¿Y has visto que guay se ven las fotos en la galería? Pincha una foto y verás. 🙂