Reflexiones tras Galicia, 23 al 28 de Febrero de 2003 (10 años después).

Estas reflexiones fueron escritas hace casi 10 años. Justo a la vuelta del voluntariado para los trabajos de limpieza de playas en la Costa da Morte tras la catástrofe del Prestige, 3 meses después de que ocurriera el accidente. He dejado todo tal cual lo escribí en su momento, tal cual lo viví entonces. Y después de releerlo lo más triste es saber que aquel “nunca mais” se convirtió en realidad en un “muitas vezes mais”. No en Galicia, no en la Costa da Morte, pero en tantos y tantos otros lugares del planeta.

Publicar aquellas reflexiones de entonces hoy es mi forma de recordar que aún no se ha hecho justicia, cuando se cumple el décimo aniversario de aquel desastre ambiental.

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Cerro de Muxía
Lo desconocido siempre ha fascinado al ser humano, ya sea por llenarlo de miedo o de excitación.
Por eso, tras las 17 horas de viaje en autobús atravesando España, una primera noche de expectación en el Polideportivo Municipal de Muxía, y otro par de horas más, a la mañana siguiente, en el puesto de Protección Civil, esperando a que nuestros compañeros de Alicante estuvieran preparados, nuestros cuerpos y nuestras mentes aún estaban ávidos de desafío.
Todos los que nos enfrentábamos a aquello por primera vez, estábamos deseando ponernos cuanto antes manos a la obra. Y así, al fin, tras un corto pero ajetreado viaje en los camiones militares, llegamos a la playa de Cuño. Cubeta y rasqueta en mano, vamos descendiendo torpemente por los resbaladizos bolos impregnados de crudo. Aún no estoy acostumbrada al hecho de que mis manos han dejado de servir para otra cosa que para rascar las piedras, y sin querer me he tocado el ojo. Inmediatamente, un “manos limpias” me limpia el párpado y la máscara de carbono que también se había impregnado.  Bueno, no empezamos con buen pie, pero en seguida estoy entre las rocas, con la mirada perdida y preguntandome por donde empezar. ¿Cómo se limpia una plasta de fuel, que lo cubre todo, de unos bolos cuya superficie no es tan regular como parece? Una vez que más o menos has conseguido “limpiar” una cara de una piedra, la vuelves a ensuciar con el fuel de tus propias manos al girarla para limpiar la otra cara.
“Es un trabajo de chinos”, era la expresión que más se escuchaba por toda la cala. Una muchacha más experta vino y nos aconsejó no rascar las piedras, sino buscar las bolsas de crudo que se forman bajo las rocas y sacarlo de ahí. Y para alcanzar estas bolsas muchas veces la rasqueta es más bien un impedimento que una herramienta. Había que estirar el brazo y cerrar la mano, intentando atrapar entre los dedos la mayor cantidad de fuel posible. Si la hendidura era muy pequeña, entonces quizá solo se podía meter un dedo y había que hacer un gran esfuerzo para tirar de algo tan pegajoso. Al día siguiente las agujetas en las manos y en los antebrazos eran bastante considerables, pero nos hacían reír. Por la noche la relación con los demás voluntarios era de lo más distendida y agradable. Todos parecíamos conocernos desde siempre. Todo el mundo compartía todo con todos. Me prestaron unas chanclas para ir a la ducha, yo dejé una toalla… Siendo una chica, no me lo pensaba para cambiarme de ropa delante de personas que apenas si conocía de vista. Por un momento, más que orgullosas personas llenas de “yo”, eramos un equipo. Si perdías el equilibrio te apoyabas en cualquiera, si necesitabas algo se lo pedías a quien fuera. Todo el mundo se ayudaba y se apoyaba mutuamente para hacer las cosas más fáciles para todos. Y lo mismo ocurría en el campo de trabajo. Allí te encontrabas de pronto charlando y trabajando con alguien a quien jamás habías visto antes pero a quien movía la misma fuerza que a ti: el deseo de poner remedio a lo irremediable, de enmendar la catástrofe, de dar marcha atrás…. 

En realidad, mientras estás trabajando en la roca, apenas te das cuenta de lo que haces, y realizas tu tarea de forma casi mecánica. Pero de pronto te paras y piensas “¡coño! ¿Qué hago yo aquí, impregnada de petróleo hasta el cuello y raspando piedras de una playa a casi 1000 kilómetros de mi tierra?” Y entonces vuelves a mirar a tu alrededor y a pensar en la magnitud del desastre y en que de veras esto es algo que no puede volver a suceder jamás.

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Crudo a espuertas
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Larvas atrapadas
Pero lo peor es cuando lo que encuentras no es solamente roca, sino algo orgánico, VIVO… Y lo más desconcertante es que no te han explicado qué es lo menos malo que puedes hacer. Cuando me encontraba trocitos de alga convertidas en bolas de crudo, no dudaba en tirarlos a la cubeta, porque no tenían remedio. Pero el día que encontré una planta entera con raíces que se perdían entre las rocas, de veras no supe que hacer. Intenté quitar con las rasqueta las plastas de fuel más grandes que cubrían la planta, pero era inútil. La misma viscosidad del fuel partía las cabezas de las algas y la siguiente capa quedaba impregnada también. Así que decidí cortar la planta por la mitad y quitar toda la parte que estaba más petroleada. Y usando la rasqueta a modo de machete, empecé a cortar la planta que cedía, casi sin esfuerzo. Pero me arrepentí de lo que había hecho casi al instante. Al cortar la planta había dejado a la luz decenas de larvas, arácnidos y otros insectos que se retorcían e intentaban huir, quedando entonces fatídicamente atrapados en las rocas llenas de crudo que quedaban ahora a su alcance. Con la intención de remediar el mal que había hecho, intenté sacar algunos de los insectos que habían quedado atrapados, consiguiendo tan solo arrancarles las patas al tirar de ellos, pues estaban ya profundamente hundidos en el crudo. Cuando vi todo sufrimiento que estaba causando, e incapaz de rematar a tantos insectos que se retorcían, no pude contener una lágrima que se escapó de mi. Y no sólo por aquellos insectos, que al fin y al cabo son formas de vida que instintivamente muchos desprecian, que estando en casa ven una araña o una mosca y la matan (yo no puedo ni en casa) . Lo que estaba contemplando era una reproducción en pequeña escala de una catástrofe de enorme magnitud. Aquella lágrima se escapó por el sacrificio inútil de miles de organismos vivos, pájaros, peces, tortugas…  por un mar poluto, herido, por unas playas profanadas, penetradas de fuel hasta el último rincón.  
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Playa de Cuño
Siempre he creído que el hombre tiene una especial tendencia a cubrirlo todo de hormigón y asfalto. Día a día desaparecen veredas, descampados, claros bajo el peso del asfalto que silencia la vida y lo deja todo estéril, como a nosotros nos gusta. Sólo el hombre parece tener derecho a la vida. La sensación ante una playa petroleada es la misma, solo que el rastro de muerte y silencio que queda, es totalmente inútil. No se aprovechará de él ningún coche, ni autobús, porque no es una autovía, ni pasearan por ella ancianos y niños, porque no es una plazoleta. Es sólo una forma inútil de destrucción de la que NADIE, absolutamente nadie sale beneficiado. Aunque pueda utilizarse después como herramienta política, para echarse la mierda los unos a los otros. Hay muchos encorbatados a los que les gusta hablar y dar explicaciones a lo inexplicable. Se les llena la boca de “Medio Ambiente” y de expresiones como “catástrofe ecológica”, pero no tienen ni puta idea de lo que están hablando, porque NINGUNO ha estado allí. Ninguno hay que haya decidido pasar 4 horas de uno de sus ocupados días, doblado, sentado o arrodillado entre los bolos petroleados, rascado piedras una a una, o arrancando el petróleo con los dedos hasta que te salgan agujetas. Si tan solo estuvieran allí un día, trabajando y no haciéndose fotos para que todo el mundo vea lo “solidarios” que son, entonces las cosas cambiarían bastante.Y lo más indignante de todo es ver como se la pasan jugando al ratón y al gato los de la Xunta de Galicia y de Protección Civil.

La segunda noche que pasamos en Muxía, un compañero de Protección Civil dio permiso a un grupo de voluntarios para tomarse unas copas en el interior del pabellón, porque afuera llovía sin parar y hacía mucho frío. Este compañero dijo que lo tenían merecido, por el esfuerzo que había hecho. A eso de las 1:00 de la noche, terminó la “fiesta”, pues al día siguiente nos esperaba otra jornada de trabajo en la playa. Pero estas personas, quizá por el cansancio, tuvieron el poco tacto de no recoger los vasos y botellas tras la fiesta, y amanecieron allí, permitiendo que alguien los viera al día siguiente, aunque se recogieron esa misma mañana. Es cierto que eso estuvo mal, pero por lo visto se armó la revolución: llamadas a la Xunta acusando a Protección Civil de dejar que el Polideportivo fuera un desmadre, y así empezaron las mentiras: que se estaba destrozando el material, colchones, almohadas, etc, etc….

Esa tarde cuando volvimos de trabajar, chorreando agua, contaminados y empapados, nos encontramos con que los cañones de aire caliente que solían acondicionar el pabellón no estaban conectados, y cuando preguntamos porqué, nos dijeron que la Xunta de Galicia había dicho que no se conectaran, y supimos que esa noche habría tres guardias armados vigilando el pabellón, y que cerrarían la puerta a las 12 de la noche estuviera fuera quien estuviera. Esas medidas eran totalmente ridículas, y en el pabellón cayeron como una bomba, y un numeroso grupo de personas se dirigieron a la Lonja donde se habían habilitado los comedores, y donde estaba un representante de la plataforma “Nunca Mais” de Muxía, para hablar con él. Finalmente, cesaron las amenazas  y se nos permitió entrar y salir libremente del pabellón, y al día siguiente volvieron a funcionar los cañones de calefacción.

Tras aquel incidente, unos compañeros de Alicante colgaron un cartel que clamaba: “Xunta, somos voluntarios, no delincuentes” y muchos comprendimos, por si nos quedaba alguna duda, que cosas como esta continuaran sucediendo, porque los intereses políticos que envenenan todo esto son muy fuertes. Ese mismo día supe, por medio de otra voluntaria en Porto do Son, que además es familia mía, que tras un viaje de casi 800 kilómetros desde Córdoba, les habían tenido dos días dando vueltas por la zona, diciéndoles que allí no había nada que limpiar, hasta que finalmente consintieron en mostrarles donde estaban las playas contaminadas, y pudieron trabajar, al menos una jornada.

 Cuando comparas el trato agradecido del pueblo gallego por nuestra labor, con los hipócritas movimientos de distracción de la Xunta y demás compinches, te das cuenta de como son las cosas, y de como las altas esferas quieren que sean. La mayoría de las playas de arena están ya limpias, y eso es lo que interesa para el turismo. Las calas rocosas y de difícil acceso no interesan, esas ya las limpiará el mar, o el viento, o el tiempo, como se ha dicho desde el Ministerio de Fomento. Pero si tenemos que dejar al tiempo que haga este trabajo, serán los hijos de nuestros hijos los que quizá vean la tarea terminada.

Señores, allí queda mucho por hacer, aún hacen falta muchos brazos y muchas horas de rascar piedra y llenar cubetas, para pagar la deuda que tenemos con el Mar, la Tierra y con la Vida en general.

 Ahora la Xunta nos da las gracias por televisión y nos desea que la próxima vez que vayamos allí sea a disfrutar de las playas, o de lo que queda de ellas. Pues si, ya era hora de que nos dieran las gracias por hacer SU trabajo, por volcarnos en ayudar a un pueblo asfixiado por la tiranía de los petrodólares. Lamentablemente, a la vez estamos resolviendoles su metedura de pata, pero que esas manchas blancas que salpican las ahora ennegrecidas playas gallegas, sean en realidad un recuerdo de culpa y un remordimiento en la conciencia de aquellos que no hicieron nada por evitar la mayor catástrofe ecológica que haya sufrido la costa gallega.

Pero todavía quedábamos voluntarios dispuestos a gritar en las caras de aquellos que no quieren escuchar, que NUNCA MAIS! Nunca más.

NUNCA MAIS!

 

4 Comments

  1. Gracias por recordar la experiencia. Tus reflexiones y tus sentimientos eran también los de muchos otros y creo que debes sentirte orgullosa por lo que hiciste -lo que hicisteis tantos voluntarios-, por el compromiso social que siempre has tenido y demostrado y que hace que seas la gran persona que eres.

  2. Muchisimas gracias por traernos tus vivencias en Muxia por hacernos sentir el dolor de los brazos y el olor del petroleo. He llorado contigo por el sufrimiento de tantos seres vivos que dejaron de existir en aquellos dias y la indignacion que senti, siento y sentire aumenta con cada renglon de tu relato. Ahora esta esta pantomime de jucio un juicio en el que el ministro de fomento de aquellos dias esta ricamente descansando y el vicepresidente de entonces es nuestro presidente actual. ¿A que estan jugando? ¿Para que gastar tanto dinero en juzgar a un capitan y un patron?.
    El ser humano tiene la memoria muy selectiva.
    Siempre me he sentido orgullosa de ser tu madre pero aquellos dias me demostrastes que eras una gran mujer y una gran persona. Siento mucha admiracion por ti y por todas aquellas personas que sin pensar en los daños futuros para su salud se fueron a limpiar las playas sin importarle el ninguneo de los de la Xunta

  3. Me ha enantado leerte, muchas gracias por compartir tus reflexiones y por lo que hiciste. TQ

  4. Gracias por compartir tu experiencia. No he podido evitar que dos lagrimillas afloren a mis ojos al leerte. Siento gran admiración por ti y por todas las personas que te acompañaron. Personas cómo tú hacen que este mundo sea mejor. Por otro lado, me parece indignante que se tratase así a los voluntarios. Eso sí, de cada a la platera, dando agradecimiento…. grr. Es muy triste que todo esto se haya repetido en otras costas. A veces me planteo qué significa la palabra “justicia”… Besicos.

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