Por la mañana del día siguiente volvimos a tomar la calle que lleva al ayuntamiento para bajar hasta la vega en la ribera del río mundo, en aquel momento a rebosar de habas y ajos.
Es un paseo precioso para hacerlo por la mañana, y además, en ese momento, brillaba el sol.

El sendero de la Ribera del río Mundo, discurre a lo largo del valle y da la vuelta de forma que podemos aparecer de nuevo en la entrada del pueblo después de ascender por una empinada rampa que sale del parque recreativo al final de la senda. Durante el recorrido nos encontramos varios decorados que hacían mención a escenas de “Amanece que no es poco”, y nos tiramos un rato haciendo el chorras.


El sendero continuaba por la ribera hasta acabar en el puente de las Correras, donde cruzando unas huertas se llega a la llamada cascada del Arroyo de la Toba. Las paredes del monte de donde brota el arroyo son bastante peculiares, y parecen derretirse hacia el río, como si fueran agua ellas mismas en vez de roca.


Hasta aquí todo bien. El día habia estado algo nublado pero no hacía mucho frío, y la luz era buena. Sin embargo, conforme empezamos a andar para ascender el camino cuesta arriba que llevaba de nuevo a la carretera principal y a la entrada del pueblo, se conjuraron los vientos para concentrar todas las nubes más negras sobre nuestras cabezas y empezó a llover con maldad. Nuestra intención era subir por las piscinas para ver la zona de escalada de la toba, pero a medio camino nos dimos la vuelta y nos refugiamos en el primer sitio que vimos, que resultó ser el restaurante La Toba, una antigua fábrica de esparto restaurada y donde en principio ibamos sólo a tomarnos una cerveza, pero cuando escuchamos a unos albañiles pedir el menú, nos animamos a comer allí mismo, para así además hacer tiempo a ver si paraba la tormenta.
¡Y así fue!
Después de que cayera el diluvio universal, cuando terminamos de comernos nuestro estofado de cordero, y nuestro atascaburras la lluvia había cesado, y no puede decirse que brillase el sol, pero las nubes que cubrían el cielo no tenían ya tan mala pinta.
Así que decidimos echarnos al monte para ver el último escenario de la pelicula que esta en un mirador por encima del pueblo, y despedirnos de Ayna hasta la noche para hacer una incursión a algunos pueblitos de alrededor. No teníamos muy claro donde ir en un principio, pero al final acabamos yendo a Lietor y luego a Hellín la ciudad del tambor. Pero eso, Calderer@s, es otra historia…

Pues continuare esperando el capitulo siguiente…..
Jejeje está muy chulo el recorrido, y me he acordado de la peli un montón! La última foto está genial!
¡Como molan las fotos! El pueblo además de su atractivo friki, tiene una vegetación preciosa. ¡Cuidado con los rizomas, eh!
Jajajjaajajjajajaa Sí, es una escapada chuli, y no está muy lejos.
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