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Mochileando por Chile. Día 4: Los Cerros de Santiago y Barrio París-Londres

¡Muy buenas tardes calderer@s!

¡Cómo se nota que estamos de comienzo de curso, eh!? Apenas tengo tiempo para ponerme con el blog. Pero hoy por fin he encontrado un ratillo y voy a aprovecharlo para continuar contándoos nuestra escapada chilena.

El 4º día, sin apenas ya restos de jet-lag en el cuerpo decidimos dedicarlo a una caminata más fuerte, subiendo a dos de los cerros más emblemáticos de la ciudad de Santiago, y aprovechando además para visitar el barrio París-Londres que nos dejamos atrás el día anterior a pesar de haber estado tan cerquita.

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Pedro de Valdivia

El primer cerro que visitamos fue el Cerro de Santa Lucía, más que nada porque está a apenas unos metros del departamento de nuestros anfitriones. Este cerro sirvió como mirador al conquistador español Pedro de Valdivia, y desde lo alto tomó la decisión de fundar Santiago de Chile en aquel mismo lugar.

En el parque paisajístico en que se ha convertido el cerro, hay un monolito en el que se reproduce la carta que Pedro de Valdivia envió al rey Carlos V describiendo las maravillas de la tierra. En ella se puede leer:

“[…] donde quieran que quisieren sacarlo allí hallaran en que sembrar y con que edificar. Y agua. Leña y yerba para sus ganados, que parece la crió Dios a posta para poderlo tener todo a la mano.”

En esta misma carta habla de los cielos claros y días soleados de la ciudad, cosa que hoy lamentablemente, debido a la contaminación ambiental no son tan frecuentes.

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Vista de Santiago desde Cerro Santa Lucia

En el centro del cerro hay un mirador al que se puede subir y que tiene unas vistas espectaculares de la ciudad, sobre todo si uno tiene suerte y está despejado, y no hay mucha contaminación. No fue nuestro caso, y apenas se podía discernir la cordillera de los Andes entre el smog que flotaba sobre la ciudad. Aun así merece la pena subir para hacerse una idea de la inmensidad y la mezcolanza de construcciones que es Santiago. Hasta Darwin estuvo allí en lo alto maravilllandose con las vistas. También se puede visitar el Castillo Hidalgo, el jardín de Darwin, jardín japonés (aunque estaba en “mantención”, por usar la palabra chilena, cuando lo visitamos) la plaza de Caupolican, etc.

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Vista desde el cerro Santa Lucía

Es un paseo hermoso sin ser demasiado exigente pues el cerro tiene una altura de apenas 70 metros, perfecto para moverse un poco en una mañana de Domingo y después ir a visitar los mercados de artesanía que rodean al centro, uno en la base misma, junto a la entrada, y otro al otro lado de la avenida, mucho más grande y variado.

Tras descender del cerro, dirigimos nuestros pasos de nuevo hacia la iglesia de San Francisco que habíamos visitado el día anterior, ya que justo detrás se encuentra el barrio París-Londres, llamado así básicamente porque esas son sus dos calles principales. De hecho el terreno donde hoy se encuentra el barrio era antiguamente parte de las tierras de la iglesia de San Francisco pero las dificultades económicas obligaron a ponerlas en venta, siendo adquiridas por particulares y administración y encargándose la construcción de edificios a arquitectos europeos, lo que lo convierte hoy en día en un lugar peculiar fuera de la tónica del resto de edificios de la ciudad.

Es en la calle Londres, en el número 38 donde nos encontramos de frente con el pasado de terror y represión que ha vivido este pueblo, tan recientemente que asusta sólo pensarlo. Se trata de lo que antiguamente fue un centro de detención y tortura durante la dictadura chilena.

Me daba miedo lo que encontraría dentro, pero afortunadamente la casa Londres 38 se está recuperando para mantener viva la memoria de las víctimas, y no para vender morbo a los turistas. Hay cosas que no hace falta mostrar crudamente para saber que pasaron, y para sentir una pena tremenda por las injusticias que se cometieron. Hay un vídeo que está hecho con mucho cariño, con ilustraciones que recogen los recuerdos de los supervivientes a esta “casa del terror”, pero de una manera que te habla de esperanza, y de fortaleza humana incluso en los momentos más oscuros.

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Londres 38

La entrada es gratuita, y la visita es totalmente recomendable, incluso si sois especialmente sensibles con el tema (a no ser que conozcáis a alguien que estuviera allí, entonces podía ser quizá demasiado impactante). La casa en realidad, no es más que una casa vacía, pero hay muchos restos forenses todavía por lo que hay muchas habitaciones que están cerradas al público, pues se están llevando acabo examenes para intentar identificar a más gente, buscar más testigos, etc. Es importante saber que la mujer que lleva la casa, fue una de las victimas encerradas en la casa que logró salvar la vida y que está luchando por devolver la memoria a los que borraron del mapa.

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Con la cabeza gacha y pensativos, salimos de esta casa llena de pasado y seguimos caminando por las calles de Santiago, con la cabeza llena de historias, hasta que poco a poco la ciudad nos atrapó de nuevo la atención.

Pasamos por uno de los famosos “cafés con piernas“, unos curiosos establecimientos en los que la barra no tiene fondo, y las camareras van vestidas con unas falditas que dejan a la vista las piernas, de manera que queden a la vista de los que están tomando café. El café Haiti es bastante inofensivo, pero si veis un café con piernas que tiene neones en la puerta y cristales opacos…¡mejor no entréis a por café!

Tras almorzar en una cantina tomamos el metro hasta Providencia, desde donde íbamos a iniciar nuestro ascenso al Cerro de San Cristóbal, el segundo punto más alto de la ciudad. (Casi 300 metros de subida, lo cual no está nada mal para ser una ciudad!) Se trata de uno de los parques urbanos más grandes del mundo (y el más grande de Chile) contando incluso con piscinas públicas, un zoo, un jardín botánico, etc). Visitarlo entero lleva un día completo, sino varios, pero nosotros hicimos un paseo rápido por algunas de sus zonas hasta llegar a la cumbre donde esperamos el anochecer. El último funicular para bajar a Bellavista es a las 19:00 de la tarde en invierno, ¡no lo perdáis que os toca bajar andando a oscuras!

En lo alto del cerro hay una estatua de la Virgen, y un altar donde Juan Pablo II oficio una misa durante su visita a la ciudad y todavía siguen recordándolo con devoción.

Una vez cae la noche es muy bonito ver como se encienden las luces de la ciudad. Primero empiezan a verse las luces de los coches, que dibujan infinitas lineas blancas y rojas que se pierden en el horizonte y casi parece que se ve la curvatura de la tierra de lo lejos que van. Luego la bajada en funicular es espectacular. Sin cristales ni protección, con el viento en la cara parece que la ciudad te engulle conforme va llenando la visión y ocupando el lugar en que antes estaba el cielo al ir descendiendo el cerro. ¡Merece la pena ir al cerro aunque sólo sea por hacer esto!

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Los Andes al tardecer desde el cerro de San Cristobal
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Cae la noche en Santiago de Chile

 

10 Comments

  1. Impresionante post!!! Para guardar y tener en cuenta en el viaje que espero realizar a este país algun día. La casa de Londres me ha puesto los pelos de punta!!!

    Un beso

  2. Espectaculares las vistas del anochecer

  3. Creo que, si tuvieras tiempo deberias dedicarte a escribir una “guía del viajero”. ¡Que facilidad para narrar!. Dad.

  4. ¡Me ha encantado e impactado la entrada! Qué bien explicado todo yqué ganas dan de ir a conocer aquel país. Muchas gracias por tus relatos de viaje. Lo de la casa del terror me tiene todavía tocada…

¿Tienes alguna pregunta o sugerencia? ¿Te apetece aportar algo de tu experiencia? ¡Déjame un comentario!