Sigüenza

Una tarde de paseo por Sigüenza (parada técnica)

¡Y ya estamos de vuelta! Después de una desintoxicante semana de triscar montes por los Pirineos, y sobre la cual me dispongo a hacer una serie de entradas viajeras de cada lugar.

Nuestro viaje tuvo su primera parada técnica en Madrid, después de 4 horas y media de coche, donde visitamos a la “prima de riesgo” para almorzar, y que nos agasajó con deliciosos manjares y un cafelito que nos puso las pilas para seguir la marcha hasta la ciudad de Sigüenza.

Sigüenza se encuentra a unas 2 horas de Madrid por la A-2 en dirección a Guadalajara. Se puede hacer parte del trayecto, hasta pasar Guadalajara por la R-2 (peaje), aunque realmente no ahorra nada de tiempo, y no merece la pena. Para los que vayan con más tiempo, hay una peculiar forma de llegar a Sigüenza desde Madrid. Se trata de un tren medieval que sale de Chamartín y que ofrece animaciones medievales durante el trayecto y visitas guiadas una vez llegados a la ciudad. Quizá una buena idea para hacerlo con un colegio, de manera que sea más facil para los niños apreciar la historia.

Nosotros nos alojamos en el Hostal “El Motor”. La habitación, correcta aunque muy calurosa y algo ruidosa por la cercanía a la carretera, no estaba mal para los 21€ por persona, (iva, del antiguo, incluido) que costaba. Había wifi gratis y tienen un restaurante y una cafetería. El personal fue correcto aunque no derrocharan simpatía, pero por ejemplo nos dieron un mapa y una mini guía de Sigüenza.

Nuestra visita fue solo un paseo de una tarde y la primera parada fue para ver el Castillo de Sigüenza, hoy Parador Nacional de Turismo, al que subimos por la calle Bajada Portal Mayor, y del que bajamos por una senda que rodea el parador por detrás, el camino de Tenerías donde encontramos a muchas personas paseando o haciendo deporte al atardecer.

Castillo de Sigüenza
Castillo de Sigüenza

Desde esa senda, y a través de un arco, llegamos a parar a la Calle Mayor, desde cuya empinada cuesta se puede ver al fondo la Catedral de Sigüenza, donde se encuentra el famoso Doncel de Sigüenza.

Fuente cerca de la calle Mayor
Fuente cerca de la calle Mayor

Una vez en la Calle Mayor, en vez de bajar inmediatamente hacia la catedral, volvimos sobre nuestros pasos subiendo un poco más para buscar la calle que nos llevaría a la Casa del Doncel, que tenía un cartel en la puerta explicando que esta actualmente permanecería cerrada, ¿efecto de los recortes gubernamentales?.

La Casa del Doncel
Detalle de la fachada de La Casa del Doncel
Calle de las Comedias
Calle de Villegas

Así que después de un rato, continuamos bajando hacia la catedral, esta vez por la calle de Villegas. Cuando llegamos nos sorprendió ver la cantidad de gente que había reunida frente a la Catedral, hasta que nos enteramos de que en el interior había un concierto de órgano. Entramos, pero apenas nos dio tiempo de escuchar las últimas notas del último acorde, y el aplauso final.

Fachada de la Catedral de Sigüenza
Fachada de la Catedral de Sigüenza

Nos llamó la atención que toda la girola del ábside se encontraba totalmente a oscuras y aún así nos atrevimos a pasear a lo largo de ella, ya que la sensación de sobrecogimiento era espectacular… Gracias a nuestra miniguía, proporcionada en el Hostal, nos enteramos de que en realidad la estatua del Doncel se encuentra en una capilla en el interior de la Catedral, y no en la Casa del Doncel como en un momento uno pudiera pensar. (Aunque teniendo en cuenta que es un sepulcro, la verdad es que no era tan difícil de deducir, jeje) Le preguntamos a unas señoras que nos indicaron una capilla en una de las naves laterales que también se encontraba totalmente a oscuras. Aún entraba una tenue luz a través de las vidrieras del interior de la pequeña capilla, lo que le daba un aspecto azulado o morado  muy interesante, pero tan débil que no te permitía ver nada, y menos aún a través de las rejas. Por un momento me entró ganas de meter la cámara y soltar un flashazo, para poder verla por un instante, pero mi compañero me hizo ver que no era lo suyo. Además unos segundos después llegó un señor que apagó aún más luces, dejando claro que había que salir del monumento, y que mañana “dios daría”. Lo único que para por la mañana, nosotros ya estaríamos con el culo montado en burra. Pero bueno, es lo que tiene viajar sin preparar mucho las cosas, y en realidad no es tan grave, pues algo pudimos ver.

Al salir de la Catedral ya iba tocando echar unas cervecitas y una cena, y como no sabíamos muy bien dónde ir, vagamos un poco hasta encontrar una placeta en el Paseo de la Alameda con un bar con una terracita que tenía toda la buena pinta. Concretamente en el bar Fielato. Nos pedimos una cerveza y unas croquetas.  Y entonces nos dimos cuenta de nuestro error. La camarera, que era solo una para toda la terraza y se veía que no tenía ninguna prisa, tardó más de 20 minutos en traernos los dos tubos, (sin tapa) que vinieron junto a 6 croquetas, que en conjunto nos costaron ONCE EURACOS. Sí, sí, 2 tubos, y 6 croquetas 1.830  de las antiguas pesetas. Salimos de allí espantados, con hambre todavía y con un triste tubo y tres tristes croquetas en el cuerpo y con casi dos mil pelas menos en los bolsillos. Durante todo el rato que esperábamos los tubos hacíamos chistes con el nombre del bar, “Fielato, donde esperarás un rato” y diciendo que teníamos que haber ido a “Fielillo, para esperar solo un ratillo”. Y en fin que nos lo estábamos tomando de buen humor, pero al final el precio no nos hizo ni puñetera gracia.

Finalmente nos fuimos al sitio que inicialmente nos había llamado la atención, un típico bar estrecho de barra de zinc, que habíamos descartado porque no tenía terraza. Creo recordar que se llamaba Tormes, pero no estoy muy segura. Nada más pedir un tubo nos pusieron una tapita de salchichón ibérico que estaba tan bueno, que le pedimos un bocadillo de eso mismo. Nos pusieron un bocadillo que era una barra entera llena de salchichón hasta los topes y un plato con un cuchillo para partirlo por la mitad. Tanto, que le quitamos algunas rodajas y nos las guardamos para usarlas de desayuno al día siguiente. En los otros tubos que nos tomamos también nos pusieron tapa, y al final de precio estuvo fenomenal. Si hubiésemos ido solo al otro sitio, nos habría dado la sensación de que Sigüenza era una ciudad carera para tapear, pero está claro que simplemente fuimos al lugar equivocado.

Cuando terminamos de cenar seguimos dando un paseo nocturno por la ciudad, que realmente merece la pena visitar aunque para nosotros fue más bien una parada técnica en nuestro camino hacia el norte.

Plaza Mayor de Sigüenza
Plaza Mayor de Sigüenza

7 Comments

  1. Qué vistas tiene el pueblo, parece de cuento… y encima visitando la catedral a oscuras…. Por cierto, qué pasada lo de la clavada. En fin, a veces es difícil acertar con el bar.

  2. Doncel sinvergüenza

    Vaya castillaco que se gastan allí. Buen sitio para la parada técnica, que además fue muy bien aprovechada. En cuanto al bar, pensemos que se equivocaron, para ser benignos… Pero vamos que aunque Sigüenza es para volver… ya sé yo donde seguro no vamos a ir…

  3. Muy bonito el pueblo, lo apuntaré para cuando vaya por la zona.
    Jiji, veo que los juegos de palabras todavía traen cola… Preparados para seguir vuestro viaje ¡ya!

  4. Pues esta claro que Siguenza es un lugar encantador al que apetece volver aunque, como en tantos otros sitios de la geografia española, encuentres bares que te hacen pensar que aun existen los bandidos fuera de la banca y la politica

  5. Qué guay, menuda preciosidad! Pues ahora me pilla a una horita y media, así que tendré que ira visitarla pronto.
    Con lo buena de es vuestra técnica de “¿A cuanto está el tubo?” 😀

  6. Pingback: 10 cosas que ver y hacer en los Pirineos | El Caldero de Nimuë

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